Historia
De la pérdida a la reconstrucción
El primer tercio del siglo XX fue una etapa de crecimiento y estabilidad. En aquella época, la imagen de Nuestra Señora de la Soledad era una pequeña dolorosa de vestir que vemos en las fotografías antiguas, ataviada con su tradicional traje de luto, compuesto por un manto negro y una saya blanca. No sabemos si se trataba de la imagen original que había pertenecido al cabildo de la Vera Cruz, o ésta había sido sustituida en algún momento.
Por desgracia, la Guerra Civil (1936-39) iba a marcar una trágica frontera en la historia de nuestra Semana Santa. Durante los disturbios acaecidos en el transcurso de la contienda se destruyeron casi todas las imágenes y enseres de las hermandades. Nuestra vieja imagen no fue una excepción, y pereció entonces, pasto de las llamas.
Tras aquel turbulento paréntesis, la Hermandad se reorganizó y se centró en recuperar lo que había perdido. En 1941 se desfila con una imagen procedente de un taller de arte religioso valenciano. Sin embargo, como la talla no agradó a los hermanos, se decidió encargar una nueva al escultor e imaginero conquense Luis Marco Pérez. Esta es la bellísima dolorosa que ocupa hoy nuestros corazones, y sigue encandilando a Cuenca cada Jueves Santo.