La trayectoria artística de Luis Marco Pérez (1896-1983) se inicia en 1908, a la edad de doce años, cuando su familia abandonó Fuentelespino de Moya, la localidad natal del artista, para trasladarse a Valencia. Allí, Luis entró primero en la Escuela de Artes y Oficios y, más adelante, en la Escuela de Bellas Artes, cultivando principalmente el dibujo. En 1919 obtuvo una beca para culminar sus estudios en Madrid, y en 1922 viajó a Italia becado por la Diputación Provincial de Cuenca. Fue entonces cuando se decantó finalmente por la escultura, si bien el dibujo permanecería siempre como una de sus grandes pasiones.

Tras una etapa de juventud en la que ganó diversos premios nacionales y se dio a conocer, sobre todo como escultor de obra civil, y después del paréntesis de la Guerra Civil, Luis Marco Pérez obtuvo una plaza como profesor de escultura en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. Se inicia entonces su etapa de madurez, un periodo de gran actividad en el que su obra se encamina principalmente hacia la imaginería, género al que pertenecen sus más grandes obras. También mantuvo su actividad docente, dando clases en las Escuelas de Bellas Artes de Madrid y Valladolid.

Esta prolífica etapa se prolongó hasta 1966, cuando el artista decidió retirarse a su propio estudio en Madrid, donde pasó los últimos años de su vida, rodeado de un pequeño círculo de aprendices a los que siguió instruyendo. Murió en el año 1983, siendo enterrado en Madrid. Sin embargo, sus restos fueron trasladados a Cuenca dos años más tarde, donde la ciudad le rindió el homenaje que merecía. Hoy, el artista descansa en el cementerio de la Iglesia de San Isidro, desde donde contempla el paisaje serrano que tanto le inspiró.