Hermandad
Asociación
23
Noviembre
2024
 
Jueves Santo 2024. Faltan -240 días

Concurso Literario

PASIÓN NAZARENA

¡Silencio! ¿Oís el susurro sordo de los palillos golpeando las tapas del tambor?

¿Visualizáis las lágrimas de sentida emoción al ver desfilar a nuestras hermandades? ¿Y las lágrimas más amargas al recordar a aquellos que antes nos acompañaban, y ya no están con nosotros? ¿Percibís el característico aroma del incienso, de la cera? ¿Saboreáis la dulzura de las torrijas de nuestras madres y abuelas? ¿Sentís y añoráis los abrazos entre los hermanos al finalizar el desfile?

Puedo imaginar que mis palabras han atraído a vosotros gratos recuerdos de nuestra forma de vivir la Semana Santa, os han recorrido la mente como un escalofrío en la madrugada del Viernes Santo…

Les acompaño a cerrar los ojos para adentrarnos en una pequeña historia, la de la Semana conquense, la semana de la cera, los apresurados arreglos en las túnicas, las tradiciones conquenses, en definitiva, nuestra Semana Santa.

Ya no se escucha el clarín ni el tambor, sino tres golpes secos en la puerta de San Andrés, este es nuestro comienzo…

Mañana de Domingo de Ramos, la alegría y el júbilo recorren las curvas de la audiencia,  Jesús en la borriquilla acompañado de María y precedido de la banda de Cornetas y tambores que anuncian su esperada llegada.

Y vosotros, ¿Qué recordáis? La emoción  por sentir de nuevo el capuz granate sobre el rostro, quizás la inquietud por estrenar algo nuevo un día tan aclamado como es hoy o en el caso de los más pequeños la sensación de admiración hacia nuestros familiares banceros  que marcan el paso sobre la calle conquense al mismo son.

Transcurre dichosa la primera mañana, adornada de ramos de olivo y palmas que acompañan a Jesús hacia su camino de la Catedral y que se baten enérgicamente a su paso. Seguro que se agolpan en vuestros pensamientos tiernos momentos de la infancia, comparando con nuestros hermanos, primos o amigos qué palma era más alta y cuál era más bonita.

La alegría del Domingo de Ramos da paso al silencio del Lunes Santo.

Túnica y capuz negros recorren las calles de nuestra ciudad, siete palabras acogen a nuestro Señor.

Un miserere y el grave retumbar del tambor ponen melodía a esta noche, los asistentes al desfile procesional acompañan al señor con su silencio.

¿Qué guarda nuestro silencio? ¿Reflexión al escuchar cada una de las siete palabras, dolor al recordar el sufrimiento de Jesús? Quizás, buscamos analogías entre el sufrimiento de la vida humana y la de Jesucristo e intentamos tomar ejemplo de cómo afrontar los problemas. Noche oscura pero reflexiva.

Los nervios, la emoción y la devoción se agolpan una vez más en las puertas del Salvador, un gran número de túnicas moradas esperan ansiosas la salida de sus hermandades, San Juan Bautista se abre paso en las calles de Cuenca y nos guía hacia la Plaza Mayor, seguido de María Magdalena .

La Madre se une al desfile en San Andrés, ¿No sentís al verla la necesidad de creer que todos nuestros problemas personales tienen una solución, que al final del camino, por pequeña que sea, siempre hay una luz? Es la madre de lo último que se pierde, del sentimiento más humano al que nos aferramos cuando las cosas no van bien, la esperanza.

Mientras la Virgen está saliendo de San Andrés, unos metros arriba, centenares de hermanos esperan la salida del cautivo, filas multitudinarias, decenas de penitentes arropan a Jesús de Medinaceli en la noche del perdón.

El desfile procesional está casi al completo y corona la Plaza Mayor donde tendrá lugar la más joven incorporación, el claro ejemplo de que querer es poder, hace 27 años un grupo de estudiantes universitarios tuvieron una idea que ahora mismo está comenzando su desfile en San Pedro, crear la hermandad del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo.

Observad y oíd hermanos, como se incorpora el Bautismo al Martes del Perdón. ¿Escucháis a la banda tocando la marcha de bautizando a Jesús?

Mirad el guion de la hermandad  seguido de muchos  niños, y al fondo con paso lento y solemne “el paso” que todos estábamos esperando.

Llegamos a la mitad de la gran Semana conquense, noche de celebración, traición, oración, de prendimiento, de negación a nuestro Señor. Cuenca reza por el destino que le augura a nuestro Salvador y acompaña a la madre al igual que San Juan la reconforta en su amargura.

Situaos  por un instante en las curvas de la audiencia, y sentiros participes de todo lo que entraña  este desfile procesional.

Escuchad el susurro de las ramas de olivo de San Juan y del Huerto en su descenso.

Observad los rostros de los invitados a la cena del Señor que desconocen el futuro próximo del Salvador, el miedo humano de Jesucristo ante el destino que le espera, la expresión de falso arrepentimiento de Judas, la furia de Pedro por la emboscada que ha sufrido su maestro, que se verá convertida en negación ante la incrédula mirada de los habitantes del pueblo, el dolor del Ecce-Homo prendido y humillado…..

Pero no solo miréis, haceos partícipes del Miércoles Santo conquense, poned en vuestra  piel cada uno de los sentimientos que representa cada hermandad, y finalmente tomad ejemplo de Jesucristo, de cómo afrontó la traición, el miedo, el sufrimiento y la negación.

Vamos hermanos, corred y daos prisa, aún es pronto, son las cuatro de la tarde, pero el desfile de Jueves Santo deja de hacerse esperar.

San Antón está lleno de fervientes nazarenos y las aguas del Júcar vibran con cada golpe de las horquillas que cruzan unos metros por encima de él.

Observad hermanos el primer paso procesional, la cantidad de colores que adornan las calles de Cuenca esta tarde, rojo y morado pasión, negro acompañando al luto de la madre que va a perder a su hijo, beige de la Verónica y por ultimo eso color caña tan propio de Jesús Amarrado a la Columna.

Tras el Cristo de Paz y Caridad, el resto del desfile procesional nos lleva como cada año, al pasado, a la oración de Jesús en el huerto, al dolor de los latigazos, la humillación reflejada en la corona de espinas y la caña y la capa con la que vistieron al Salvador, el desconsuelo de la Verónica, la empatía del cirineo y por último, la Madre que acompaña bajo el palio a su hijo a la cruz.

Madrugada fría, noche ruidosa, si hermanos, hoy es Viernes Santo. La turba, clama ansiosa la salida del Jesús de las seis, San Juan evangelista y de la Madre desconsolada que acompaña a su hijo a la cruz.

Son la cinco y media y el desfile procesional comienza, escuchad hermanos cada golpe sordo en el tambor, cada sonora clariná que hacen retumbar las calles por las que desfila Jesús y San Juan y por último cada golpe del martillo acompañado de una tierna melodía, “el motete” y sentid el abrazo acogedor de la fragua que arropa a la Virgen María en su soledad.

El frio de la madrugada da paso a la cálida pero dolorosa mañana, sentid hermanos como el calvario que sufre Jesucristo este Viernes Santo se asemeja con el sufrimiento que nosotros mismos padecemos en algunos momentos de nuestra vida, mirad y acompañad hermanos al Cristo de la Agonía que murió por nosotros, y al resto de imágenes que nos transportan a esos momentos de dolor y por último hermanos acompañad a la Señora de Cuenca que llora desconsolada la muerte de su hijo.

Viernes Santo culmina con la noche del silencio, del pesar, del entierro de nuestro Señor.

Y llegó el tercer día, la esperanza y el júbilo recorren las calles de Cuenca, Jesucristo ha resucitado.

Despedid hermanos, el olor de la cera, el color de las túnicas, el sabor de los dulces de Semana Santa, la textura de los guantes blancos, de los mantos de las imágenes cuando las ponemos en andas, de las almohadillas sobre los  hombros del bancero y sobretodo preparaos, porque comienza una nueva cuenta atrás para volver a vivir cada una de las sensaciones que nos trae nuestra mas esperada semana, la Semana Santa.

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